“Confiesen sus ofensas unos a otros y oren los unos por los otros para que sean sanados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder y resultados maravillosos.”1
En respuesta a un reciente encuentro diario sobre la relación entre la confesión y la curación recibí el siguiente correo electrónico de un hombre al que llamaré Juan: “Querido Dick, soy un pastor de 39 años de edad y he encontrado que lo que dijo acerca de la confesión y la curación física es absolutamente cierto. Me ocurrió a mí.
“Esto ocurrió después de que confesé culpable de llevar dentro una amargura en contra de una persona que me lastimó cuando yo era un niño. A pesar de que había dicho a menudo que había dejado ir el dolor y la amargura, no había sido así.
“Pero Dios me mostró que tenía que confesar y arrepentirme de mi amargura y en esta ocasión escuche su voz. Así que le dije a la pareja de esta persona, quien es un querido amigo mío, que yo necesitaba ser perdonado por haber guardado ese rencor durante tantos años. Lo recibí—con el amor y afirmación—y desde que confesé mi culpa deje de sentir un dolor de espalda severo que me había afectado durante 17 años (y para el cual yo tenía muchas sesiones médicas) Como verán, en realidad la raíz de mi problema había sido un tema espiritual, [así como emocional] y no sólo algo médico / físico.
“Por lo tanto, gracias por su ministerio espiritual tan perspicaz y a fondo de la Biblia.” Dios nos ha dado directivas y / o principios que abarcan todos los ámbitos de la vida y la muerte. La cosa más inteligente que podemos hacer es el adherirse a ellos y seguirlos.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, gracias por tu Palabra que contiene directrices y principios para la curación, la plenitud y la felicidad. Dame el deseo de aprender esto, la sabiduría para entenderlo, y el buen sentido de aplicarlo y seguirlo. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén.”
Vean el artículo El perdón: El poder que sana en: www.actsweb.org/sp/perdon1.php.
1. Santiago 5:16 (NVI).
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