A veces, aunque no siempre, la cosa que nos molesta de otras personas es un problema que nosotros mismos no hemos podido resolver en nosotros.

En una ocasión, después de haber tomado un corto examen sobre la personalidad, la cual incluía solo una pregunta sobre la actitud s-e-xual, una mujer se acerco y me dijo, “¡Wow, tienes varios complejos sobre el sexo!, ¿no es así?”

Yo le respondí, “¿Y cuantos años tenias tu cuando te abusaron sexualmente?”

Me miro con asombro y dijo, “¿Como supiste?”

Le respondí, “Me acabas de decirlo.”

Otro ejemplo es cuando un predicador continuamente condena un pecado particular con el cual está obsesionado, puedes estar casi seguro que ese pecado es su problema—ya sea abiertamente o en secreto. Este tipo de persona proyecta sus problemas en los demás. Porque es su problema, sospechan que también es el problema de los demás. O como manera de compensar su culpabilidad, condenan a otros por lo que ellos mismos están haciendo o secretamente quisieran hacer.

No es de extrañar que Jesús nos dijera que sacáramos la viga en nuestro ojo antes de intentar sacar la astilla en el ojo de otra persona.

Oración sugerida: “Querido Dios, por favor enfréntame con todos mis problemas de carácter y fallas para que no las proyecte en otros, y para que pueda traerlos a la luz de tu toque sanador. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”

1. Jesús en Lucas 6:42 (NVI).