“A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen.”1
La palabra “Evangelio” significa buenas noticias—es la noticia más importante en todo el mundo—son las buenas noticias de las de Dios, sin la cual la humanidad sería condenada a una sentencia eterna y a la separación de Dios, el autor del amor y la vida.
Pero ¿por qué es el evangelio las buenas noticias de Dios?
En primer lugar, el evangelio no es un mensaje acerca de la religión, pero es un mensaje acercad el amor eterno de Dios y sus propósitos para la humanidad. La religión quiere arreglarnos de afuera hacia adentro. Dios quiere arreglarnos de adentro hacia afuera. El primero llega como una carga imposible. El último nos da libertad.
Además, es importante comprender que no importa lo que hayamos hecho o no hecho el amor de Dios por nosotros es eterno y tiene un propósito maravilloso para nuestras vidas—esta vida y la siguiente. Como lo dijo Jesús, “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”2 Y agregó “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.”3
En segundo lugar, el evangelio es un mensaje acerca del pecado, algo de lo que todos somos culpables. Como lo dice la biblia, “pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios.”4 Sin embargo, el pecado no es sólo cometer malas acciones. Es todo lo que no cumple con los estándares de la perfección que Dios tiene en mente para nosotros. Esto incluye a una persona que no sabe perdonar, el orgullo, los celos, emociones mixtas, etc. La mayoría de nosotros, también somos culpables del pecado de la omisión; esto es, “comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace.”5
Sin embargo, un error común acerca de Dios es que él es quiere castigarnos por nuestros pecados. El hecho es que nos castigamos a nosotros mismos por los pecados porque el pecado tiene sus propias consecuencias naturales. Por ejemplo, si tratamos de romper la ley universal de la gravedad, no podemos hacerlo. Y cuando lo intentamos nos lastimamos. Tampoco podemos romper la ley moral universal de Dios. Cuando lo intentamos, terminamos lastimados. Y además de los dolorosos efectos en esta vida— sufrimiento, penas, tristeza, enfermedad, y muerte espiritual—la última y más trágica consecuencia es la muerte eterna y el quedar separados de Dios.”6
Tercero, el evangelio es un mensaje acerca de los remedios de Dios. Puesto que el pecado nos ha separado o desconectado de Dios, nos hemos quedado con un vacío espiritual. Como lo dijo San Agustín, “Nos has hecho a tu manera, Dios mío, nuestros corazones no descansan hasta que encuentran el reposo en ti.” Las tantas religiones del mundo son la evidencia de la búsqueda sin fin del hombre para encontrar a Dios y llenar su vacio. Sin embargo, porque Dios nos ama demasiado, el envió a su hijo Jesucristo para salvarnos de nuestro predicamento.7 Cristo hizo esto al morir en la cruz por nosotros y así pagar por las consecuencias y el precio de nuestros pecados—la muerte. Jesucristo en la única provisión que Dios tiene para nuestros pecados. El es el único camino hacia Dios y la única puerta a la vida eterna.8
Finalmente, el Evangelio es un llamado a la fe y el arrepentimiento. ¿Si fueron hallados culpables de un delito grave y fueron condenados a muerte, aceptaría un perdón incondicional libre, si este se les ofreciera? Debido a que Jesucristo murió en la Cruz en nuestro lugar, Dios ahora nos ofrece una absolución completa, el perdón y el regalo de la vida eterna. Todo lo que necesitamos hacer es confesar y arrepentirnos [alejarnos] de las acciones pecaminosas, creer que Jesús es el hijo de Dios y que murió por nuestros pecados e invitarlo a que entre en nuestras vidas como Salvador y Señor.
La siguiente oración les ayudará a hacerlo. “Dios mío, confieso que soy un pecador y me arrepiento de todos los males que he hecho y los pecados que he cometido. Creo que tu hijo Jesucristo, murió en la Cruz por mis pecados. Por favor, perdóname por todos mis pecados y te invito, Jesús, a que entres en mi corazón y mi vida como mi Salvador y mi Señor. Pongo mi vida en tus manos. Por favor, dame el deseo de ser lo que tú quieres que sea y hacer lo que quieres que haga. Gracias por morir por mis pecados, y por tu perdón, por el regalo de la vida eterna y por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud en el nombre de Jesús, amén.”
Si han orado esta oración y lo han hecho de manera genuina, por favor visiten para dejárnoslo saber y nosotros le enviaremos una copia gratis del folleto electrónico “Cómo crecer.”
1. Romanos 1:16 (NIV).
2. Juan 3:16 (NIV).
3. Juan 10:10 (NIV).
4. Romanos 3:23
5. Santiago 4:17
6. Romanos 6:23
7. Vea Efesios 2:8-9
8. Vea Juan 14:6 y Romanos 5:8
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