La soledad es un asunto triste

“Dios da un lugar a los desamparados.”1

“La soledad,” como Karen Carpenter solía cantar con tanta tristeza, “es un asunto tan triste.” De hecho, lo es. Es una de las plagas de la moderna sociedad occidental.

Dr. James Lynch, un ex investigador médico de John Hopkins, sostiene en su libro, El Corazón Roto, que la soledad es hoy en día la causa principal de muerte física. Puede romperte el corazón literalmente.

“Usando tablas actuariales de diez años de investigación, el Dr. Lynch dice que aquellos que viven solos-solteros, viudos, divorciados, tienen un índice de mortalidad prematura de dos a diez veces mayor que las personas que viven con otros. Vivir solo, dice, no necesariamente produce la soledad, pero muy a menudo las dos están relacionadas. Entre las personas divorciadas, el suicidio es cinco veces mayor, los accidentes automovilísticos fatales cuatro veces mayor.

“Las personas que viven solas, visitan al médico con más frecuencia que las personas casadas, y permanecen en los hospitales el doble de tiempo por las mismas enfermedades.”2

Tal vez no sea lo más conveniente para todos, pero podemos vivir sin relaciones románticas, pero ninguno de nosotros puede vivir sanamente sin al menos una o dos relaciones cercanas, sanas y amorosas. Sin tal cercanía nosotros cojearemos en las sombras de la vida, sufriendo una existencia solitaria … y muriendo un poco cada día.

Dr. Lynch también nos recuerda que: “Si no somos capaces de formar relaciones humanas afectivas, nuestra salud mental y física está en peligro.”

Además de la familia (si tenemos una) no hay mejor lugar para encontrar el amor y un sentido de pertenencia que en el ambiente sano, no legalista de una iglesia donde se expresa el amor incondicional, la aceptación y la amistad de una manera abierta, positiva y práctica. En tal iglesia Dios pone a los que están faltos de una familia — lo cual es una de las razones por las que Dios ha diseñado la iglesia como una familia — la familia de Dios.

Aquí, también, se puede encontrar a Dios — el único que puede satisfacer nuestro sentido innato de la soledad espiritual. “El vivir alejado de él,” dice el psicólogo, el Dr. Norman Wright, “es la soledad más patético de todas.”

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, en mi soledad ayúdame a siempre buscarte y a una iglesia donde la gente sea cariñosa y amable y nunca buscar a un sustituto falso que sólo terminaría aumentando mi sensación de soledad. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén.”

1. Salmo 68:6 (NVI).
2. De las Percepciones—Observaciones Sobre la Vida Cotidiana por Maxine Dunnam.

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