La Persistencia Vale la Pena

“Por lo tanto, ya que Dios, en su misericordia, nos ha dado este nuevo camino, nunca nos damos por vencidos.”1

Probablemente hayas leído acerca del niño a quien le encantaba ir de casa en casa repartiendo tratados del evangelio cada Domingo por la tarde con su padre quien era pastor. Un Domingo lluvioso y frio, su padre no quiso salir a visitar así que el hijo, con el permiso del padre, salió solo.

En la última casa que el hijo estaba visitando, sonó la campana varias veces pero nadie abrió la puerta. Cuando se dio la vuelta para irse, sintió algo diciéndole que regresara e intentara una vez más. Esta vez toco muy fuerte en la puerta … espero pacientemente … y al poco tiempo una señora de mayor edad contesto. El niño le dio su último tratado y le dijo que Dios la amaba.

Cómo va la historia, al siguiente Domingo en la iglesia del niño cuando el pastor le dio la oportunidad a la gente para compartir cualquier bendición que hayan recibido durante la semana, una señora de mayor edad se puso de pie y compartió como, el Domingo anterior que estaba lluvioso y frio, estaba cansada y ya no sabía qué hacer. Su esposo había fallecido y ella no tenía amistades o familia en esta área y estaba a punto de quitarse la vida. Ella compartió como había ignorado el sonido persistente de la campana en su puerta, pero cuando escucho que alguien toco tan fuerte, ella decidió ir a ver quién era. Quedo sorprendida al encontrar a un niño quien le dijo que Dios la amaba y le dio un pedazo de literatura. “Leí la literatura,” dijo ella, “y ore la oración para pedirle a Jesús que sea mi Salvador. Y como el domicilio de esta iglesia estaba en el librito, decidí venir a la iglesia aquí hoy.”

¡No sabemos como Dios nos vaya a usar si somos persistentes! Esta historia me recuerda como, cuando era un joven en la pequeña iglesia en mi pueblo, cada año teníamos una semana de “avivamiento” (eventos de alcance), pero ningún adulto iba de casa en casa para pasar invitaciones para que la gente viniera. Un año uno de los hijos jóvenes del pastor y yo éramos los únicos que hacían este ministerio. Otro año yo fui solo.

Hoy en día, muchos años después, sigo yendo de casa en casa… pero por medio del internet y correo electrónico… a miles de hogares, familias, e individuales por todo el mundo diariamente. Como joven nunca me pudiera haber imaginado, ni en sueños, donde estaría y que estaría haciendo hoy.  

Si tú y yo continuamos sirviendo a Dios día a día, nunca sabremos los resultados hasta que lleguemos al cielo, porque solo la eternidad revelara el producto de nuestro servicio fructífero a Dios.

Oración sugerida: “Querido Dios, por favor ayúdame a ser fructífero en mi servicio a ti sin importar que tan pequeño o que tan grande sea la tarea, y concede que mis esfuerzos (con tu ayuda) afecten otras vidas no solo por un tiempo, pero también por la eternidad. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”

1. 2 Corintios 4:1 (NTV).

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