“Ama a tu prójimo como a ti mismo.”1
Mientras que Jesús dijo que amaramos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, otra persona dijo, “que el cielo ayude a su prójimo si usted se odia a sí mismo.” El hecho es que sólo podemos amar y aceptar a los demás en la medida en que nos amamos y aceptamos a nosotros mismos; es decir, en un sentido saludable y no un sentido vanidosa.
Esto no tiene nada que ver con el engrandecimiento. Tiene que ver con cómo me veo, lo que pienso de mí, como me siento acerca de mí mismo y qué tan bien me acepto yo mismo, ya que esto determinará en gran medida qué tan bien me vaya en el amor y la vida. En otras palabras, necesitamos vernos a nosotros mismos como Dios nos ve—con nuestros puntos fuertes y débiles y aceptarnos como Dios nos acepta.
Tomen una barra de hierro y conviértanla en clavos y valdrá unos pocos dólares, conviértanla en soportes de peso y su valor aumentará, refínenla y conviértanla en acero inoxidable y será aún de más valor. Refínenla cada vez más y utilícenla para hacer motores altamente diseñados para cohete de la era espacial y será digno de una fortuna.
Así es la vida. Si creen en ustedes mismos y se aceptan de la misma manera en que Dios cree en ustedes y les acepta, con su ayuda y refinación (más mucho trabajo), pueden convertirse en las personas que Dios quiere que sean. A continuación, ustedes podrán hacer con sus vidas lo que Dios quiere que hagan y así obtendrán un profundo sentido de satisfacción debido a que sus vidas están contribuyendo al Reino de Dios y el mejoramiento de los demás. Esto le da a la vida un alto y noble propósito y un gran valor.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, ayúdame a verme y a aceptarme a mí mismo así como tú me ves y me aceptas y refina mi vida para que dé lo mejor de mí al vivir por los demás y así poder darle Gloria a tu nombre. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén. “
1. Marcos 12:31 (NVI).
<:))))><