“Pero tú, oh Jehová, Señor, favorece por amor de tu nombre, libérame porque tu misericordia es buena. Porque yo estoy afligido y necesitado, y mi corazón está herido dentro de mí. Me voy como la sombra cuando declina, soy sacudido como una langosta. Ayúdame, oh Señor, mi Dios, sálvame de acuerdo a tu misericordia.”1
“Estimado Sr. Innes,” me escribe una lectora de Encuentros Diarios, “nosotros perdimos a nuestra hija en un accidente automovilístico hace menos de un año. Ella sólo tenía 18 años y nos está siendo difícil de aceptar la voluntad de Dios. Estoy muy enfadada/molesta con él. Es una sensación terrible, como un agujero negro sin fondo. ¿Tiene usted algo que nos ayude a aceptar lo que ha sucedido y dejar de lado la rabia y la sensación de impotencia? Nuestra hija era cristiana, pero se había alejado de Dios, mas ella había vuelto a él y su vida dio un giro antes de su muerte. Por meses he estado atormentada y quiero saber si ella está en el cielo con el Señor.”
Querida Norma (nombre cambiado), siento terriblemente la pérdida de su hija. Mi corazón también estaría roto. En momentos como este es difícil saber qué decir.
En primer lugar, sin embargo, permítanme decir que un montón/una gran cantidad de cosas que suceden no son la voluntad de Dios. Él tiene una voluntad directiva y una voluntad permisiva. La muerte de su hija estaba en la voluntad permisiva de Dios puesto que vivimos en un mundo roto en el que “llueve sobre justos tanto como en los injustos.” Esto es, porque vivimos en un mundo roto, todos sufrimos en esta vida y no seremos liberados del sufrimiento hasta que lleguemos al cielo. Mientras que Dios permite que ocurran cosas, no todo lo que pasa es a causa de él.
En segundo lugar, el estar enojado con Dios está bien, pero no está bien seguir enojados porque eso sólo nos hace daño a nosotros mismos. Dios sabe cómo se siente así que lo mejor que puede hacer es decirle exactamente cómo se siente y sacarlo de su pecho. Los sentimientos de ira deben ser expresados. Si es necesario, vaya a solas en su coche a un lugar seguro y privado. Encienda el radio a todo volumen, sube las ventanas y verbalicé todos los sentimientos de enojo a Dios con toda su intensidad. Digamos que el hacer esto por 30 días puede ayudar… 30 minutos el primer día, 29 minutos, el segundo día, 28 minutos, el tercer día y así sucesivamente.
Si usted no se siente libre para expresar verbalmente sus sentimientos, entonces escriba una carta a Dios. A continuación, léale la carta a él día tras día hasta que su ira se haya disipado. Entonces usted podrá trozar la carta o guardarla como una forma de renunciar a su ira.
En tercer lugar, el dolor tiene que salir entre sollozos – sollozó desde lo más profundo de su ser, desde su entrañas. Las lágrimas no son para resolver la ira. Son un regalo de Dios para drenar el dolor del duelo. Tenga en cuenta, también, que “todas las lágrimas que no son derramadas son como un prisma a través del cual todas las penas de la vida están distorsionadas.”
¿Está su hija con Dios en el Cielo? Vea el Encuentros Diarios de mañana por una respuesta a esta pregunta.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, gracias porque en las tragedias de la vida tú sabes, te preocupas, y comprendes. Por favor ayúdame a entender por qué las cosas malas a menudo le suceden a la gente buena, y llévame hacia la ayuda que necesito para superar mi ira hacia ti, y para resolver mi dolor por la pérdida de mi hija. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén.”
1. Salmo 109:21-23, 26 (NVI).
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