El hombre acurrucado en el piso de la cabina se estaba congelando lentamente a muerte. Era alto en las montañas Rocky en el suroeste de Alberta, y afuera la tormenta rugía.  John Elliot había transcurrido por millas ese día por medio de la nieve profunda en las montañas. Mientras miraba por avalanchas y mientras llegaba el anochecer y el cansancio, él había decidido descansar por la noche.

Llego a su cabina con cansancio, pero estando aturdido por el cansancio, no encendió un fuego ni se quito su ropa mojada. Mientras la tormenta se pasaba por las aberturas en la cabina vieja, el guarda parque cayó en el olvido, paralizado por el placer de la caricia helada de la tormenta.

De repente, su perro brinco en acción, y con lloridos implacables, por fin pudo despertar a su amigo quien casi estaba en un estado de coma. El perro era el compañero constante de John, un San Bernardo, uno de una larga línea de perros famosos por sus acciones heroicas en tiempos de crisis.

“Si ese perro no hubiera estado conmigo, yo estaría muerto hoy,” dijo John Elliot. “Cuando te estas congelando a muerte sientes caliente por donde quiera, y no despiertas porque se siente tan bien.”²

La vida puede ser así también. Millones de personas, quienes sus vidas están llenas de placeres y ocupados con la búsqueda de las cosas del mundo, son arrullados a dormir espiritualmente, calientitos y confortables en su complacencia, inconscientes al hecho que van rumbo a una eternidad perdida sin Dios y sin esperanza. *

Oración sugerida: “Querido Dios, por favor úsame para despertar aquellos quienes están dormidos espiritualmente e inconscientes que van rumbo a una eternidad perdida sin ti. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”

1. Efesios 5:14-15 (NVI).
2. “Paralizado por el Placer de una Caricia Helada,” The Prairie Overcomer. Citado en Aces Online www.acesonline.org.

*Para descubrir esperanza oprima en: https://learning.actsweb.org/sp/conocer_a_dios1.php.