“Después vi ‘un cielo nuevo y una tierra nueva’, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: ‘¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.’”1
Puede que hayan visto el video sobre un hombre ciego sentado al lado de la calle pidiendo limosna, quien no estaba recibiendo mucha ayuda. Una transeúnte llegó, leyó el letrero del hombre y siguió caminando. Entonces se detuvo, volvió a donde estaba el mendigo, tomó su letrero y re-escribió el mensaje, y luego siguió su camino.
La respuesta hacia el mendigo mejoró dramáticamente. Todo el día la gente que pasaban estaba tirando monedas en su regazo. Al final del día una señora se detuvo a hablar con él queriendo saber cómo estuvo su día. El mendigo reconoció a la dama y con gran entusiasmo le preguntó qué había hecho con su señal para crear tal diferencia.
Su señal decía: “Soy ciego. Por favor, ayúdenme.” La señora le había dado la vuelta al letrero y escribió: “Es un día hermoso y no lo puedo ver.”2
Querido lector, cuando se trata de Dios y de ver lo espiritual estamos ciegos y no podemos ver con ojos humanos lo que está por delante. Asegurémonos de escuchar lo que Dios tiene que decir acerca del cielo. No sólo es la morada de Dios, pero ahora mismo Jesús está preparando un lugar para todos sus seguidores verdaderos y prometió volver para llevarnos con él.3
Su belleza es incomparable. He aquí una pequeña visión: “El muro era de jaspe, y la ciudad de oro puro, tan puro como el cristal Los cimientos de las murallas de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas El primer cimiento era jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de ágata, el cuarto de esmeralda, el quinto de ónice, el sexto de rubí, el séptimo de crisolito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de color turquesa, el decimoprimero de jacinto y el decimosegundo de amatista. Las doce puertas eran doce perlas, cada puerta hecha de una sola perla. Y la calle de la ciudad era de oro, tan puro como vidrio transparente.”4
Lo mejor de todo, Dios estará ahí y no habrá ya ninguna necesidad de que el sol o la luna como lo dice la Biblia, “La ciudad [el cielo] no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.”5 Y todos sus seguidores verdaderos estarán allí en su nuevo cuerpo celestial, y no habrá más enfermedad, tristeza o dolor, no más despedida, y no más muertes.
El cielo es realmente hermoso. Hagan lo que hagan, asegúrense de que lo verán.
Para ello asegúrense absolutamente de recoger su pasaporte para el cielo. No dejen la tierra sin el suyo. Visiten: www.actsweb.org/sp/pasaporte.php o lean el artículo, “Cómo estar seguro de que es un verdadero cristiano”, en: https://learning.actsweb.org/sp/conocer_a_dios1.php
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, gracias porque has dado a tu Hijo, Jesucristo, a morir en mi lugar en la cruz para pagar el castigo por todos mis pecados, y al hacerlo, me has ofrecido un perdón completo de todos mis pecados y con ello un hogar en el cielo para estar con ustedes por toda la eternidad. Ayúdame a tener la certeza de que he recibido tu perdón y he aceptado tu invitación al cielo. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud en el nombre de Jesús, Amén,”
1. Apocalipsis 21:1-5 (NVI).
2. Vea el video en: http://www.youtube.com/watch?v=Hzgzim5m7oU.
3. Juan 14:1-3.
4. Apocalipsis 21:18-21 (NVI).
5. Apocalipsis 21:23 (NVI).
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