Dolor, 1ra Parte: el efecto Tsunami

“Oí una potente voz que provenía del trono y decía: ‘¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.’”1

Diariamente los noticiarios continúan reportando mas y mas tragedias tales como terremotos (pienso en el reciente terremoto masivo de Japón y las advertencias de tsunamis que podrían afectar a mas de 50 países; fuegos devastadores; inundaciones; horribles actos de terrorismo; abuso infantil; el asesinato y violación de cristianos por parte de fanáticos religiosos que aborrecen al cristianismo.

Una y otra vez escuchamos historias trágicas sobre miles de familias que se están separando—niños llorando la perdida de sus padres, padres con el corazón destrozado por la perdida de sus hijos; hogares totalmente destruidos; y maldad vil que incluye a criminales secuestrando niños huérfanos para utilizarlos en su repugnante negocio del comercio sexual.  

¿Dónde está Dios en momentos como este? Si decimos que Dios no tiene nada que ver con estos hechos, nos verán como personas que creen en un Dios sádico a quien no le importa nada. Si decimos que Dios causa o incluso permite tales tragedias, nuevamente seremos criticados por creer en un Dios al que no le importa lo que sucede.

El hecho es que Dios creo a la humanidad con la libertad de elegir el camino que querían seguir. Trágicamente el hombre optó por desconocer a Dios y seguir su propio camino pecaminoso. Subsecuentemente, ahora vivimos en un mundo que ha sido quebrantado por el pecado y por la humanidad pecaminosa. Por lo tanto una pregunta más realista no seria, “¿Donde está Dios?” pero más bien, ¿Dónde está el hombre? Cuando la humanidad pecó, esta se separó de Dios y por ende nos separó de la protección de Dios. Cuando dejamos a Dios y seguimos por nuestro propio camino (creyendo que sabemos más que Dios), sufrimos las consecuencias naturales. Esto ocurre a nivel individual, nivel nacional, y a nivel mundial.

Por ejemplo, entre mas ha sido atacada y abandonada la Palabra de Dios y las creencias cristianas en los Estados Unidos., mayor ha sido el decline moral y se han incrementado los problemas a nivel nacional. Esto, también, ha pasado y continuará pasando a nivel mundial mientras continuemos viviendo en un mundo plagado por la maldad. De hecho, de acuerdo con la palabra de Dios, las tragedias continuaran y se incrementaran hasta que regrese Jesucristo a gobernar y reinar en la tierra como el Rey de reyes y Señor de señores.1

Sin embargo, debido a su amor por nosotros, Dios nos dio una manera de escapar al darnos a su hijo, Jesús, para que él muriese por nuestros pecados y así ofrecernos el regalo de el perdón y la vida eterna para estar con él para siempre en un lugar donde “Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.”1 Pero esto no pasara hasta que Jesús regrese a la tierra como él lo prometió.2

La buena noticia es que Jesús viene otra vez y limpiar el desorden que es este mundo y con el tiempo creará un nuevo cielo y una nueva tierra. El punto crítico para cada persona es, ¿Está listo para el regreso de Jesús? Mientras que tal vez nunca comprendamos las circunstancias de la vida hasta que Cristo regrese hagan lo que hagan asegúrense de aceptar el perdón de Dios y su invitación a la vida eterna. Por ayuda para hacer esto oprima en: https://learning.actsweb.org/sp/invitacion.php.

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mió, gracias por ofrecernos un camino para liberarnos de este mundo de maldad y sus consecuencias al darnos a tu hijo Jesús, para que muriese por mis pecados y por darnos el perdón y la vida eterna para estar contigo y bajo tu protección por siempre. Gracias por escuchar y responder a mi oración. De todo corazón en el nombre de Jesús, amen.”

1. Apocalipsis 21:3-5 (NIV).
2. Juan 14:1-3.

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