El apóstol Paul escribió, “Ustedes mismos saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Nosotros no vivimos como ociosos entre ustedes, ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos arduamente y sin descanso para no ser una carga a ninguno de ustedes. Y lo hicimos así, no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo. Porque incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: ‘El que no quiera trabajar, que tampoco coma.’”1
Recientemente, al ver una entrevista en la televisión, me pareció repugnante ver el siguiente razonamiento: a una persona que estaba siendo entrevistada—quien dé pasó era una inmigrante ilegal—se le preguntó por qué estaba aquí, y por qué no quería trabajar. Su respuesta fue que tenía derecho a estar aquí y derecho a ser atendidos, su “justificación” era que debido a que Dios había bendecido a los Estados Unidos, era la voluntad de Jesús que ella viviera aquí y fuese atendida. En su forma de pensar ella tenía derecho a esto. Obviamente ella era miembro de una sociedad privilegiada, ya que ella era una mujer sana y muy capaz de trabajar y muy capaz para solicitar un permiso para estar en el país legalmente.
Sin duda alguna creo que la gente que realmente no pueden cuidar de sí mismos debido a una discapacidad grave, debe de ser atendida. Pero cuidar de personas que son capaces de trabajar y cuidar de sí mismos, es un caso de codependencia irresponsable. Ya sea que esto sea a un nivel individual o nacional no hace ninguna diferencia, es una forma bruta de irresponsabilidad tanto por parte de la persona que otorga la atención como de quien recibe esta atención. Están tan enfermos tanto uno como el otro. El cuidar de personas que pueden valerse por sí mismos refuerza su irresponsabilidad y les mantiene enfermizamente dependientes e inmaduros.
Como punto de interés, Dios doblará los cielos para hacer por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos—es por eso qué mandó a Jesús, su hijo, a morir en nuestro lugar en la Cruz para salvarnos de las consecuencias letales de nuestros pecados, pero él no va a hacer por nosotros lo que somos capaces de hacer por nosotros mismos.
Sí, las personas tienen derechos “correctos” pero no derechos “incorrectos” ya que no tienen el derecho a ser irresponsable y vivir del arduo trabajo y esfuerzos de otras personas cuando son capaces de cuidar de sí mismos. Como dice la escritura de hoy, “el que no quiera trabajar, que tampoco coma.” Es trágico que muchos dirigentes no lo comprenden, ya que parece que están más interesados en obtener votos que en el bienestar duradero de los individuos y la sociedad en general.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor ayudarme a siempre ver cuáles son mis responsabilidades, aceptarlas, y a siempre hacer lo que tengo que hacer, en todas sus formas. Y libérame del pecado de utilizar ‘mis llamados derechos’ como una excusa para justificar el tratar de evadir el aceptar mi responsabilidad personal. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”
1. 2 Tesalonicenses 3:7-10 (NVI).
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