“¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?”1
Una de las primeras reglas en un grupo de apoyo saludable es no confesar los pecados y fallas de alguien más, solo confesar los tuyos.
Yo creo que esta regla (aunque no es probable que suceda) debe aplicarse a cada periodista, comentarista de radio o televisión, y cada político de manera que nunca se les permitiera confesar los pecados de alguien más públicamente ¡sin haber confesado sus propios pecados públicamente! Esto seguramente pondría en silencio mucha de la crítica negativa, de mal gusto, y deshonesta.
Como dijo Greg Laurie, “Muéstrame a una persona que es hipercrítica, y yo te mostrare una persona que es culpable de pecados mayores en su propia vida. David era culpable de adulterio y asesinato premeditado. Aunque él pensaba que era completamente justo matar a un hombre quien solo había robado las ovejas de su vecino. De toda la gente, el Rey David debería haber sido ‘El Señor Compasión.’ Pero en vez de esto, era ‘El Señor Hipócrita.’ El cayó en la trampa profética de Natán, cuando el profeta apunto el dedo directamente a David y dijo, ‘Tu eres ese hombre.’”
He aquí otro ejemplo de una trampa, citando a Cecil Osborne de nuevo: “Cuando estamos escondiendo un pecado o falla más profunda, tenemos la tendencia de confesar uno menor mas vigorosamente,” a lo que yo añadiría, “o confesamos los pecados y fallas de alguien mas.”
No podemos esperar honestidad abierta de muchas personas no-cristianas pero, para aquellos de nosotros que clamamos ser seguidores de Cristo, antes de mirar el aserrín en el ojo de otra persona, hay que asegurarnos de deshacernos del tablón en nuestro propio ojo.
Oración sugerida: “Querido Dios, por favor libérame del pecado de tener una actitud de crítica y negativa y ayúdame a ver que cuando este criticando, tiene que ver más conmigo que con la persona que estoy condenando. Por favor ayúdame a ver y deshacerme de los tablones en mis ojos. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”
1. Jesús en Mateo 7:3 (NVI).
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