“Porque para Dios no hay nada imposible.”1
D.K., en respuesta a un Encuentro Diario en el que dije que tenemos que ser realistas y no subestimar lo que Dios pueden hacer a través de nosotros, respondió diciendo: “la Biblia nos dice que nada es imposible con Dios. Si él decide hacer a través de nosotros cosas que están más allá de nuestra imaginación o fe, él es soberano y puede hacer esas cosas. ¿Así que lo que quiso decir no sería, ‘no hay que subestimar lo que Dios HARÁ a través de nosotros?’”
D.K. continúa, “pero, por supuesto, entiendo su punto y en este sentido he utilizado una ilustración de mis años de trabajo en el desierto del Sahara en África del Norte. Existen aproximadamente una media docena de tipos de arena allí y cada uno de ellos afecta en forma diferente la conducción de un vehículo. Es necesario que los autos tengan dirección asistida, especialmente los camiones más grandes. Si tenemos una zona de arena suave por delante y es necesario cambiar la dirección de la camioneta para evitar quedarse atascado, podemos hacer girar al volante con un dedo.
Sin embargo, no es poder de nuestro dedo lo que cambia la dirección en la que vamos, sino más bien la dirección asistida. Y sin embargo no nos podemos sentar frente al volante y esperar que la dirección asistida por si misma mueva las llantas en la dirección correcta. Necesitamos estirar la mano, tomar el volante y girarlo. Es similar con nuestras vidas, no podemos cambiar la dirección en la que vamos (aun si vemos el peligro cerca) con solo sentarnos y esperar que el ‘poder’ de Dios altere nuestro curso. ¡Debemos de estirar el brazo, tomar el volante y girar! Pero es el poder de Dios el que altera el curso.”
Buen punto. De esto podemos estar seguros, siempre que cumplimos con nuestra responsabilidad y hacemos nuestra parte, Dios siempre hará su parte. O como George Washington les dijo una vez a sus soldados que estaban a punto de cruzar el río Potomac, “Confíen en Dios pero mantengan la pólvora seca.”1
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, gracias por tu Espíritu Santo, que me da el poder para vivir mi vida en armonía con tu voluntad. Ayúdame siempre a depender de tu poder y no tratar de vivir o servirte en mis propias fuerzas. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud en el nombre de Jesús, amén.”
1. Lucas 1:37 (NVI).
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