Buenos Samaritanos
“La religión pura e incontaminada delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo.”1
Hace algún tiempo un amigo me envió el siguiente reporte: En California más de 600 aspirantes a abogados tomaban el examen de la barra del estado en el Centro de Convenciones de Pasadena cuando un hombre de 50 años que tomaba el examen sufrió un ataque al corazón.
Solo dos de las personas que tomaban el examen, John Leslie y Eunice Morgan se detuvieron a ayudar al hombre. Le administraron respiración boca a boca hasta que llegaron los paramédicos y ambos regresaron a tomar su examen.
“Citando las reglas, el supervisor del examen se negó a permitirles tiempo adicional para terminar el examen por los 40 minutos que ellos pasaron ayudando a la victima. Jerome Braun, ejecutivo de la barra de abogados apoyó esta decisión diciendo, “Si estos dos desean ser abogados, necesitarán aprender una lección sobre prioridades.”2
¡Increíble! Hablar acerca de legalismos y como los Fariseos en los días de Jesús … ellos adoraban las reglas estúpidas creadas por los hombres mas de lo que ellos amaban a sus semejantes. No es sorpresa que Jesús haya explotado contra ellos. Y como en la parábola de Jesús sobre el Buen Samaritano. Un judío descendía por el camino cuando cayo en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Coincidió que descendía un sacerdote por el camino, y viéndole, paso por el lado opuesto del camino. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó por el otro lado. Pero un samaritano que iba de camino vino cerca de él, y viéndole, fue movido a compasión: y acercándose, vendo sus heridas, echándole aceite y vino; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él.”3
Se sugiere la siguientes oración: “Amado Dios, por favor ayúdame a ser como el Buen Samaritano—y los dos estudiantes que ayudaron al extraño en necesidad. Por todo lo que has hecho por mí, dame un corazón compasivo para con otros que lo necesitan como yo. Gracias por escucharme y responder a mis oraciones. De todo corazón, en el nombre de Jesús, amén.”
1. Santiago 1:27.
2. Los Angeles Times, Junio 1, 1998.
3. Vea Lucas 10:30-37.
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