“En todo tiempo ama el amigo.”1
Es una vieja historia, pero vale la pena repetir. Se trata de Babe Ruth, quien fue uno de los grandes de todos los tiempos del béisbol estadounidense. Durante años fue el ídolo de los aficionados al deporte. Sin embargo el tiempo, le cobró el precio. Leí, que en uno de sus últimos juegos, comenzó a tambalearse. Le poncharon e hizo varios errores que permitieron que el equipo rival anotara cinco carreras en un inning. Cuando salía del campo fue despedido con una enorme tormenta de abucheos y gritos desde las gradas. Los aficionados sacudían los puños.
Entonces un pequeño saltó la barrera y con lágrimas corriendo por sus mejillas corrió hacia el gran atleta. Sin pena, puso los brazos alrededor de las piernas de su héroe y se sujeto fuertemente. Babe Ruth lo levanto y le abrazo, lo puso de nuevo en el suelo y juntos los dos caminaron fuera del campo tomados de la mano.
Un poeta escribió:
¡Salí a buscar un amigo,
Pero no pude encontrar uno.
Salí dispuesto a ser un amigo,
Y los amigos estaban por todas partes!
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor ayúdame a siempre ser un amigo fiel. Y gracias porque tu amistad hacia mí nunca ha estado basada en mi rendimiento—bueno o malo—y que me amas en todo momento pase lo que pase. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con agradecimiento, en el nombre de Jesús, amén.”
1. Proverbios 17:17.
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