“Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.”1
Los psicólogos nos dicen que la mitad de la población adulta sigue guardando sentimientos negativos en contra de sus padres. También nos advierten que hasta que resolvamos estas relaciones con nuestra familia de origen (y con cualquier otra persona significante), nunca podremos cultivar completamente ninguna otra relación amorosa y saludable. Los conflictos no resueltos del pasado contaminan las relaciones que tenemos en el presente. También afectan seriamente nuestro bien estar físico y espiritual.
A veces la reconciliación no es posible porque eso depende de ambas partes involucradas. Sin embargo, es imperativo que hagamos lo que este de nuestra parte para arreglar el conflicto y resolver cualquier sentimiento de daño o enojo que a lo mejor tengamos y así poder perdonar genuinamente a cualquier persona que nos haya lastimado. “Cuando fallamos en perdonar es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera.”
Por buena razón Jesús nos enseño la necesidad de perdonar hasta nuestros enemigos hasta setenta veces siete (es decir sin límite). También dijo que si vienes a Dios y recuerdas que tienes una relación dañada con un hermano o hermana, que dejes tu ofrenda para Dios por el momento y hagas todo que este de tu parte para resolver esa relación.
Oración sugerida: “Querido Dios, por favor enséñame la realidad de cualquier relación significante que tenga que este dañada—y dame el valor para hacer lo que este de mi parte para resolver este conflicto. Y ayúdame a perdonar a cualquier persona que me haya lastimado para que yo esté libre para vivir plenamente y amar plenamente—y experimentar la profundidad de tu perdón. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”
1. Mateo 5:23-24 (NVI).
<:))))><