“La justicia exalta a una nación, pero el pecado trae desgracia a cualquier persona.”1
Cuando Arnold Toynbee, el historiador Británico conocido, tenía 83 años, el hizo las siguientes observaciones sobre la sociedad Occidental:
- “La honestidad va decayendo, y hay una ausencia de propósito común en el mundo occidental.”
- “El materialismo y el producto nacional en su totalidad son las metas de la gente y los gobiernos del Occidente.”
- “Las naciones suben y caen en relación con la unidad moral de la familia y el propósito moral del estado—las cuales van en declina en el Occidente.”
Aunque Toynbee era pesimista en cuanto al Occidente, él creía que si los líderes del gobierno apelaban a las creencias de la gente, y no solamente a sus bolsillos, pudiera haber esperanza de una revolución ética.
Es verdad que necesitamos una revolución ética, pero aun más que eso necesitamos una revolución espiritual. Pero a menos de que volteemos a Dios, reconozcamos su lugar merecido en nuestros corazones y como el Único que ha hecho esta nación posible, y empecemos a reconstruir el fundamento moral de nuestra nación basada en las direcciones que encontramos en Su Palabra, la Biblia, no es probable que una revolución ética ni espiritual suceda.
Esto necesita empezar con cada uno de nosotros y juntos estar orando que Dios vuelva el corazón de nuestra nación de nuevo a él.
Oración sugerida: “Querido Dios, por favor manda una revolución espiritual a mi país, y deja que este cambio empiece en mi. Gracias por escuchar y por contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”
Proverbios 14:34 (NVI).
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