“El Señor Dios dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda idónea para él.’”1
No hace falta decir que Dios creó al hombre para relacionare y de allí se deriva el 80 por ciento de las satisfacciones de la vida. Para que la vida tenga sentido hay que estar en una relación significativa, sin la cual la vida es solitaria y nos deja con un vacío “receptáculo de amor” o un corazón vacío.
Si no sabemos cómo relacionarnos de manera sana, no sabemos cómo vivir plenamente y amar plenamente. Como resultado esto puede afectar nuestra salud física y mental.
Dios mismo está en relación a través de la Santísima Trinidad y Jesús inició el movimiento cristiano con relaciones: “Él [Jesús] designó a doce…para que lo acompañaran.”2 Durante todo su ministerio estuvo relacionado con sus doce discípulos, aparte de su muerte en la cruz para soportar el castigo por nuestros pecados. Esto tuvo que hacerlo solo.
Como cristianos, nuestra primera necesidad es la de mantener la relación correcta con Dios al confesar nuestros pecados, corrigiendo nuestros errores, y viviendo en armonía con su voluntad. Tratando de vivir la vida cristiana, sin hacer esto es como tratar de ir hacia el este viajando al norte.
Entonces, necesitamos relaciones estrechas y estar conectados con los demás. Sólo entonces podemos darnos cuenta de algunas de los anhelos más profundos del corazón humano. La realidad es que necesitamos gente. Barbara Streisand cantó así: “La gente que necesita la gente es la gente más afortunadas del mundo.” Las personas que dicen lo contrario están viviendo en negación.
Además, el grado de nuestra salud mental, la madurez emocional, y física y el bienestar espiritual se refleja en la sanidad de nuestras relaciones cercanas. El mandato de Dios de “amarnos los unos a los otros” no es una sugerencia sentimental. Es un imperativo, no por el bien de Dios, sino por el nuestro.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor ayúdame a resolver cualquier y todas las relaciones problemáticas que pueda tener. Ayúdame también a vivir en armonía con tu voluntad para que pueda tener relaciones sanas conmigo, los demás y sobre todo contigo. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén.”
1. Génesis 02:18 (NVI).
2. Marcos 3:14.
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