Jesús dijo: “Dad, y se le dará a usted. Una medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo. Porque con la medida con que medís, os será medido.”1
La siguiente historia me fue enviada por un lector de Encuentros Diarios en Arabia Saudita. Incluso si esta historia es un mito, es una parábola excelente. Asegúrese de leer el final por el verdadero milagro.
Una niña fue a su habitación y sacó un frasco de su escondite en el armario. Vació el cambio en el suelo y lo contó con cuidado. Con cuidado ella regresó las monedas en el frasco y caminó las seis cuadras hasta llegar a la Farmacia Rexall con el gran letrero sobre la puerta. Ella esperó pacientemente a que el farmacéutico le diera algo de atención, pero él estaba demasiado ocupado y no le hizo caso en absoluto. Finalmente, tomó una moneda del frasco y tocó el cristal del mostrador. ¡Logró su cometido!
“Y ¿qué quieres?” le preguntó el farmacéutico con tono de disgusto en la voz. “Estoy hablando con mi hermano que viene de Chicago y no le he visto en mucho tiempo.”
“Quiero hablar con usted acerca de mi hermano,” contestó Tess. “El está muy, muy enfermo, y quiero comprar un milagro.”
“Perdón?,” Dijo el farmacéutico.
“Su nombre es Andrés y malo ha estado creciendo en su cabeza y mi papi dice que solo un milagro puede salvarlo ahora. Entonces, ¿cuánto cuesta un milagro?”
“Nosotros no vendemos milagros aquí, chiquita. Lo siento pero no te puedo ayudar,” dijo el farmacéutico, con voz suave.
“Tengo el dinero para pagar por uno. Si no es suficiente, conseguiré el resto.”
El hermano del farmacéutico era un hombre bien vestido. Se inclinó y le preguntó a la niña, “¿Qué clase de milagro necesita tu hermano?”
“No sé,” replicó Tess, con sus ojos arrasados con lagrimas. “Yo sólo sé que está muy enfermo y mami dice que necesita una operación. Pero mi papi no puede pagarla, por eso quiero usar mi dinero.”
“¿Cuánto tienes?” preguntó el hombre de Chicago.
“Un dólar con once centavos,” contestó Tess, apenas audible,” y es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si lo necesito.”
“Bueno, que coincidencia,” sonrió el hombre. “Un dólar y once centavos, el precio exacto de un milagro para los hermanitos.”
El hombre tomo el dinero en una mano y con la otra sostuvo su manita enguantada y dijo: “Llévame a donde vives. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Vamos a ver si tengo el milagro que necesitas.”
Ese hombre bien vestido era el Dr. Carlton Armstrong, supuestamente, un cirujano especializado en neurocirugía. La operación se efectuó sin cargos y no pasó mucho tiempo hasta que Andrés estaba en casa de nuevo y recuperándose.
“Esa cirugía,” dijo su mamá susurrando, “fue un verdadero milagro. Me preguntó cuánto habría costado.” Tess le sonrió. Ella sabía exactamente cuanto costo este milagro… un dólar con once centavos… además de la fe de un niño pequeño.
Como ya he dicho, esta historia me fue enviada por un lector de Encuentros Diarios en Arabia Saudita, quien escribió: “Querido pastor Richard, esta historia se ha distribuido entre los cristianos aquí en Arabia y ha tenido un gran impacto en nosotros y nos ha tocado el corazón. Su trabajo es el mismo que la persona en la historia—su ministerio nos da un milagro que verdaderamente es un don de Dios, Jesucristo.”
And you, dear reader, as you stand with us in prayer and financial support are a vital part of God’s miracle to touch people like this person in Saudi Arabia—and multiplied thousands of others worldwide—reaching them with God’s miracle of love and salvation… around the world… around the clock… 24-7-365. To me the real miracle is that we can, via email and the Internet, reach millions of people world-wide—including where the preaching of the gospel and Christian message is forbidden. Daily Encounter alone is going to well over a third-of-a-million worldwide subscribers every weekday of the year. Thousands more are being reached with the gospel daily via ACTS websites.
Y ustedes, queridos lectores, que están con nosotros en oración y apoyo financiero son una parte vital del milagro de Dios para tocar a la gente como esta persona en Arabia Saudita—y a miles de personas en todo el mundo, llegando a ellos con el milagro del amor de Dios y la salvación… en todo el mundo… durante todo el día… 24-7-365. Para mí el verdadero milagro es que podemos, a través de correo electrónico e Internet, llegar a millones de personas en todo el mundo, incluyendo lugares en donde está prohibida la predicación del Evangelio y el mensaje cristiano. Encuentro Diarios alcanza a más de un tercio de millón de suscriptores en todo el mundo de lunes a viernes durante todo el año. Miles de personas más están siendo alcanzadas con el Evangelio todos los días a través de nuestra página de ACTS en el Internet.
Si le es posible, su apoyo financiero, ya sea grande o pequeño, será muy apreciado para que podamos continuar compartiendo las buenas nuevas de Dios sin cargo alguno para muchos miles de personas en todo el mundo. Si usted puede ayudar, incluso con un poco más, puede enviar su apoyo a través de nuestro servidor seguro en: https://actscom.com/donate_sp.php. O su apoyo puede ser enviado por correo a ACTS Internacional a la dirección en la parte de abajo.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, gracias por el milagro de la salvación y porque alguien compartió el mensaje cristiano y el evangelio conmigo. En muestra de agradecimiento por todo lo que has hecho por mí, quiero ayudar a otros a tener la oportunidad de escuchar el evangelio y a recibirte también como su Señor y Salvador. Por favor, guíame en cómo puedo hacer esto. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén”
1. Lucas 06:38 (NVI).
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