“Sin duda, tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría tú.”1
“Querido Dick”, escribe una lectora: “Soy una mujer soltera de 38 años de edad, y mucha gente se pregunta ¿por qué no estoy casado? Yo les digo, ‘ no he encontrado aún al hombre correcto.” Sin embargo, si puedo encontrar a alguien como mi padre, que era cálido y abierto y un verdadero caballero, voy a tener un cambio de planes. Tales hombres son un hallazgo raro en estos tiempos.”
Querida Jessica (nombre cambiado), he impartido seminarios sobre las relaciones por varios años, y es una de las preguntas más repetidas que me hace tanto las mujeres solteras como las casadas, “¿Dónde están los hombres que entienden mis sentimientos y expresar los suyos, es decir, que pueden comunicarse en el nivel de los sentimientos?”
Lamentablemente, nuestra cultura occidental en general ha condicionado los hombres más o menos a estar en negación con nuestro ser interior (nuestros sentimientos y motivaciones). Esto ocurre en menor medida con las mujeres, pero ciertamente necesitamos una visión totalmente diferente de lo que la verdadera hombría y la masculinidad es. Para empezar, con respecto a los hombres mi creencia es que una de nuestras mayores fortalezas es admitir nuestras debilidades (es entonces que podemos hacer algo al respecto), y que ser macho (pretender ser fuerte) no tiene nada que ver con la masculinidad. Ser macho es un síntoma de estar fuera de contacto con nuestro ser interior (sentimientos y motivaciones), y es una de nuestras mayores debilidades, y el encubrimiento y la negación de nuestra inseguridad.
La masculinidad genuina y la fuerza verdadera inician con el ser despiadadamente honestos con nuestros sentimientos y motivaciones. Es cierto que esto puede ser como aprender un nuevo idioma, pero debemos de aprenderlo si queremos una comunicación efectiva con nuestra esposa, hijos y amigos cercanos y con ello mejoran en gran medida nuestras relaciones.
La masculinidad también implica ser cortés, amable, amoroso, cálido, suave, no ser controlador, ejercitar el amor duro cuando sea necesario, y simplemente ser real. En otras palabras, significa ser como Jesús. Podemos aprender mucho de él mediante el estudio de los Evangelios y observando cómo Jesús se relacionaba con los demás, cómo se enfrentó a las personas que estafaron a los demás, y con la hipocresía, la cual él condenó enérgicamente. Una cosa es cierta, Jesús siempre fue real.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor ayúdame a que en la vida hable con la verdad, haga tratos honesto y viva de verdad para poder ser cada vez más en todos los sentidos, como Jesús, un auténtico caballero cristiano. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén.”
1. Salmo 51:6 (NVI).
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