“Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.”1
“Querido Dick”, escribe un lector: “Su Encuentro Diario, ‘Vivir con un desafío,’ realmente me ha inspirado. Hace menos de una semana cayó la bomba. Mi hijo adulto, Jim, tiene el virus del VIH. Ayer fue dado de alta del hospital, pero sin ningún tipo de ayuda de consejería.
“No sabemos cómo empezar a hacerle frente. Él tiene una hija adolescente y un hijo de siete años de edad. Tiene terror de ser rechazado, incluso por nuestra familia. Creo que la parte más difíciles no es que él quiera mentirle a nadie acerca de su enfermedad, pero el no querer compartirlo con nadie debido al terrible estigma que trae consigo la enfermedad. Justo ayer con temor y temblor en la voz me preguntó si podía venir a verme a pasar un rato conmigo por mi cumpleaños. Por favor, ¿podría orar por nosotros?”
Querida Jennifer (no es su nombre real), esto es increíblemente triste para Jim, usted, sus hijos y toda la familia. Comparto su pena. Sin embargo, como DL Moody dijo una vez cuando vio a un borracho tirado en la banqueta, pero por la gracia de Dios, no voy yo”
Querida Jennifer (no su nombre real), cómo increíblemente triste para Jim, usted, sus hijos y toda su familia. Lloran con usted. Sin embargo, como dijo una vez el D.L. Moody cuando vio un borracho tirado en la banqueta, “pero por la gracia de Dios yo no voy.”
Dicho esto, las palabras de un antiguo himno, escrito hace muchos años por Frank E. Graeff, vienen a mi mente:
¿Le importa a Jesús?
¿Se preocupa Jesús cuando mi corazón esta adolorido
muy profundamente para alegrías y canto;
y la carga pesa y las preocupaciones agobian,
y el camino parece largo y cansado?
Oh, sí le importa;
sé que le importa,
mi dolor toca su corazón,
cuando los días son cansados, las noches tristestemente largas,
sé que mi Salvador se preocupa.
Mientras que nunca debemos tolerar el pecado, es muy importante que nunca rechacemos a los pecadores arrepentidos. Jesús siempre odió a pecado, ya que destruye a aquellos a quienes Dios ama, pero él siempre amó al pecador. Tenemos que hacer lo mismo ya que es sólo por la gracia de Dios que no hemos caído en pecados destructivos.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, acompaña a Jim, Jennifer, los hijos de Jim y toda la familia. Que ellos y todos los que puedan estar en una situación similar, miren hacia ti en su hora de mayor necesidad, y sientan tu amorosa presencia. No importa cuáles sean las circunstancias, que sepan que tu gracia es suficiente para cubrir todo lo que ha sucedido en el pasado, y que sepan que tú te preocupas profundamente. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén.”
1. Hebreos 4:15-16 (NVI).
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