¿Quien es Superman?

“Cuando Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: ‘Ahí tienen a un verdadero Israelita en quien no hay engaño.’”1

Leí como a Ray, un pequeño de tres años lleno de energía, le gustaba jugar a Superman. Cada mañana le pedía a su madre que le sujetará la toalla de baño en la parte trasera de su camiseta y él salía imaginando que llevaba puesta la capa mágica azul y roja pretendiendo ser Superman. En su mente él llego a creer que era Superman.

Después llegó el Jardín de Niños. Cuando la maestra le preguntó a Ray su nombre, él respondió, “Superman.” Tratando de esconder la risa ella le preguntó de nuevo, “necesito saber tu nombre real.” De nuevo él respondió con toda sinceridad, “Superman.”

La maestra aun tratado de esconder su sonrisa se puso al nivel de Ray y, mirándolo directamente a los ojos, dijo con voz firme, “necesito saber tu nombre real. ¿Cual es?”

El pequeño Ray miró al rededor del cuarto, asegurándose de que nadie mas estaba escuchando e inclinándose hacia la maestra, le susurro en el oído, “Soy Clark Kent.”

Nos sonreímos de la inocencia de un niño y su mundo imaginario. Pero en realidad algunos de nosotros, temerosos de ser conocidos por quien realmente somos, nos ocultamos detrás de una máscara de pretensión por tanto tiempo que hemos llegado a creer que el papel que jugamos es el verdadero yo. Al hacerlo, no nos damos cuenta de que la soledad contra la que luchamos es causada por nosotros mismos al vivir en un mundo imaginario, sin saber quienes somos y sin que nos conozcan por quiénes somos. Porque sólo podemos ser amados y conectarnos con otras personas amorosas en la medida en que nos conocen. No se puede amar a las máscaras. Sólo la gente real puede ser amada.

Vamos a aprender a ser como Natanael acerca de quien Jesús dijo cuando le vio por primera vez, “Ahí tienen a un verdadero Israelita en quien no hay engaño.” O en nuestro idioma, “aquí viene a un hombre honesto.”

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor ayúdame a ver las áreas de mi vida en donde me estoy ocultando o cualquier cosas de mi vida de la que me estoy escondiendo. Ayúdame a ser honesto conmigo mismo, contigo y con al menos un querido amigo de confianza. Ayúdame a ser real, para que pueda amar y ser amado verdaderamente. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud en nombre de Jesús, amén.”

1. Juan 1:47 (NVI).

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