“Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve azotes. Tres veces me golpearon con varas, una vez me apedrearon, tres veces naufragué, y pasé un día y una noche como náufrago en alta mar. Mi vida ha sido un continuo ir y venir de un sitio a otro; en peligros de ríos, peligros de bandidos, peligros de parte de mis compatriotas, peligros a manos de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el campo, peligros en el mar y peligros de parte de falsos hermanos.”1— El apóstol San Pablo
Publicidad (fuertes críticas negativas) es una parte normal del estar al frente en cualquier situación. Siempre que una persona invierte su vida en una causa que vale la pena y hace un buen trabajo, las personas que se oponen a ella, o se sienten amenazadas o celosas, inevitablemente critican lo que esta persona está haciendo. La vida de Pablo fue un ejemplo. El punto es que esto es una parte del precio de liderazgo. Si no queremos ser criticados, todo lo que tenemos que hacer es mantener el statu quo, no crear olas, ser políticamente correcto o quedarnos en casa. Pero la seguridad no es la manera de invertir la vida en una causa que valga la pena. Como lo escribió un poeta anónimo:
Preferiría tropezar mil veces
intentando alcanzar una meta
que sentarme con una multitud
con mí cubierta contra el mal tiempo
un alma seca y satisfecha de sí misma.
Preferiría estar haciendo algo y ser audaz
en todos mis días llenos de error
que viendo, esperando, y muriendo
satisfecho en mi perfección.
Preferiría cuestionarme y equivocarme
tropezando ciegamente hacia el frente
que para mi propia seguridad
por miedo a cometer un error,
estar seguro, bien y estar muerto.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, dame la pasión para vivir por ti e invertir mi vida por una causa que valga la pena. Me dan el valor para no empequeñecer por las críticas de quienes se oponen a la verdad y a tu trabajo. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con agradecimiento, en el nombre de Jesús, amén.”
1. 2 Corintios 11:24-26 (NIV).
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