Metas insignificantes

“Atrapen a las zorras, a esas zorras pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en flor.”1

Hace algunos años un titular relato acerca de 300 ballenas que murieron repentinamente. Las ballenas perseguían sardinas y se encontraron varadas en una bahía. Frederick Broan Harris comentó, “el pez pequeño atrajo a los gigantes del mar a su muerte. Llegaron a su desaparición violenta por perseguir pequeñas metas, por degradar amplios poderes por objetivos insignificantes.”2

Con gran frecuencia las “pequeñas cosas” de la vida pueden parecer muy insignificantes. Por ejemplo, el chico que fuma su primer cigarrillo probablemente razoné consigo mismo, el fumar una vez no me hará daño, sin imaginarse que se volverá adicto a la nicotina. Lo mismo es cierto de los alcohólicos y los  drogadicto. Una bebida o una droga no me perjudicará—así lo racionalizan ellos—sin imaginar que acabarán como adictos sin esperanza alguna.

Tambien existen aquellos de nosotros que nos orgullecemos de ser adictos a ninguna substancia, pero permitimos que nuestras vidas sean consumidas por tantas pequeñeces que son inofensivas por sí mismas pero nos alejan del propósito de Dios para nuestra vida.

Con gran frecuencia incluso las cosas buenas se convierten en el enemigo de lo bueno ya que nos obstaculizan o detienen para no llegar a ser todos que Dios ha previsto que seamos y hagamos.

Vivamos de manera que al final, cuando nos encontremos a Dios cara a cara, no tengamos ningún remordimiento sino que escuchemos sus palabras de bienvenida, “Bien hecho, buen y fiel servidor, entrar en la alegría de su Señor”. La manera en la que vivimos hoy determinará cuál será ese resultado.

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, dame el buen sentido para saber que mi vida aquí es sólo un viaje y una preparación para la eternidad. Ayúdame a saber cuál es el propósito que tienes para mi vida y a vivir de manera que no tenga que lamentarme cuando sea llamado a casa, pero escucharé tus palabras, ‘bien hecho, buen y fiel servidor.’ Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”

1. Cantares 2:15 (NKJV).
2. John C. Maxwell, Desarrollando al líder dentro de sí mismo. (Nashville: Publicaciones Thomas Nelson, 1993),  31. Citado en www.sermons.com.

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