“Más bien, al vivir la verdad con amor—hablando con la verdad, viviendo con la verdad—creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.”1
Un chico que fue testigo de un crimen estaba como testificando en corte. Se le acerco el abogado defensor quien le preguntó, “¿Alguien le dijo lo que tenía que decir en la corte?”
“Sí señor,” contestó el chico.
“Eso fue lo que imagine”, respondió el abogado. “¿Quién fue?”
“Mi padre, señor” dijo el chico.
“¿Y qué fue lo que te dijo? Preguntó el abogado de forma acusadora.
Él me dijo que los abogados tratarían de confundirme, pero que si yo me aferraba a la verdad, todo estaría bien.”2
Necesito decir más salvo para decir que una de mis oraciones constantes es que Dios me ayude a ser un Heraldo (mensajero) de gracia y de verdad y me ayude a vivirla en primer lugar; y a siempre decir la verdad y nunca decir cosas sólo para complacer a los demás.
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor ayúdame a que sin importar la situación, a siempre decir la verdad para nunca verme envuelto en mentiras y de esa manera sacrificar mi integridad. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”
1. Efesios 4:15-16 (TLB).
2. Citado en Parábolas, etc., Julio 2004.
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