Profetas o beneficiados

“Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas.”1

Hace unos años, Ralph Blodgett, quien ha investigado las predicciones psíquicas durante varios años, encontró que en un año dado, de 250 predicciones específicas por treinta años de los psíquicos líderes de la nación, menos del tres por ciento podrían aparecer como “razonablemente cumplidas.”

Blodgett dijo, “Yo solía pensar que los psíquicos tenían que ser guiados por Dios o el diablo. Ahora estoy convencido que la mayoría del tiempo no están siendo liderados por nadie en absoluto.”

En tiempos del antiguo Testamento el ser un falso profeta era un delito muy grave. Como la palabra de Dios dice, “Pero un profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, morirá. La misma suerte correrá el profeta que hable en nombre de otros dioses.”2 Palabras de seguro muy fuertes.

Y en el Nuevo Testamento se nos advierte no creer en todos los espíritus, sino ponerlos a prueba para asegurarnos de que su palabra es de Dios.

Creo que algunas personas tienen un regalo del conocimiento, pero, yo ciertamente no. ¿Cómo sé si Dios me está “hablando” o me está guiando? A veces viene de su palabra, la Biblia; a veces a través de las circunstancias; y otras veces a través de una convicción interna. Para saber si se trata de Dios o de mí mismo los tres antes mencionados deben de estar en armonía. Y si algo está fuera de la armonía con la palabra de Dios, yo puedo estar seguro de que no es de Dios. Por otra parte, cuando tengo la sensación de que Dios me guía, me gusta poner a prueba lo que sea para asegurarme que es de Dios y no de mí.

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, dame la capacidad de discernir tu dirección y reconocer cuando un mensaje o una guía viene de ti, y también cuando no viene de ti. Y ayúdame a discernir aquellos que es hablado por un falso profeta. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”

1. 1 Juan 4:1 (NVI).
2. Deuteronomio 18:20 (NVI).

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