De acuerdo a un artículo en una revista inglesa, “Un amigo verdadero es aquel que tiene el valor para no estar de acuerdo con uno cuando estamos equivocados, y aconsejarnos por nuestro propio bien, en vez de permitir que su sensibilidad o su simpatía le compelen a estar de acuerdo.”

En una ocasión Charles Spurgeon dijo, “La amistad es uno de los gozos más dulces de la vida. Muchos podrían haber caído bajo la amargura de sus caminos de no haber encontrado a un amigo.”

Dr. Alfred Adler, un psiquiatra internacionalmente conocido, basó las siguientes conclusiones en un cuidadoso análisis de miles de clientes: “La tarea más importante impuesta por la religión siempre  ha sido “Ama a tu prójimo.” Es el individuo que no está interesado en sus semejantes quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa un daño mayor a los demás. Es de entre esas personas de donde salen todos los errores de los humanos.”

Tal vez no sea lo más deseable, pero es verdad que podemos vivir sin un amor romántico, pero no podemos llevar una vida sana sin por lo menos un buen amigo.

Como Dinah Craik lo ha dicho con tanta elocuencia, “O, el confort, la comodidad inexpresable de sentirse seguro con una persona, de no tener que pesar los pensamientos ni medir las palabras, pero verterlas para dejarlas salir, tal como son, paja y grano juntos, seguro de que una mano fiel les tomar y los separa, manteniendo lo que es de valor y con un soplo de bondad alejar al resto.”

Y, oh, el invaluable valor de tener por lo menos una amistad tan profunda. Gracias a Dios por el don de la amistad.

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, ayúdame a ser un amigo cariñoso y a ser amigo de los pecadores así como tú eres un amigo cariñoso para mí. Y ayúdame a encontrar al menos un amigo cariñoso con quien pueda ser totalmente abierto y honesto sin temor de ser juzgado o rechazado. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”

1. Proverbios 17:17 (NVI).