“Por esto, ya que por la misericordia de Dios tenemos este ministerio, no nos desanimamos.”1
Jacob Riis escribió, “He observado a uno de mis cortadores de piedra martilleando una roca, quizás cien veces, sin poner ni una sola grieta en ella. Sin embargo, en el golpe ciento uno, se dividiría en dos, y sabía que no era ese golpe el que lo hizo, sino todos los que había ocurrido antes.”2
Como el apóstol Pablo, si vamos a vivir una vida significativa que cosechará recompensas eternas, también necesitamos tener un propósito útil por el cual vivir. Cuando sabemos que nuestro propósito está en armonía con la voluntad de Dios, es imperativo que nunca renunciemos al trabajo que nos llevara a cumplir con ese propósito. Con el tiempo, obtendremos la cosecha si no desmayamos. Sin duda tendremos contratiempos, decepciones y fracasos, pero recuerden que el único fracaso verdadero es el no volver a levantarse una vez más de las que hemos caído o hemos sido derribados.
Como Miguel Ángel quien dijo, “Vi el Ángel en el mármol y tallé hasta que le puse en libertad,” tenemos que ver con los ojos de la mente cual es el propósito que Dios nos ha dado y continuar “tallando y martilleando” hasta que lo logremos.
Como también lo dice la palabra de Dios, “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.”3
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, ayúdame a ver con claridad el propósito de mi vida y continuar ‘martilleando’ hasta que ese objetivo, con tu ayuda, se cumpla en mi vida. Y por lo tanto conceder que mi vida ayude a los demás y le aporte gloria a tu nombre para que nunca sienta que he vivido mi vida en vano. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”
1. 2 Corintios 4:1 (NLT).
2. Jacob A. Riis. Citado en: Inspire, http://www.inspirelist.com/
3. Gálatas 6:9, (NIV).
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