El juego de la culpa o una decisión inteligente

“Así que lo mandó a llamar y le dijo: ‘¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.’”1

“Dos jóvenes se criaron en el hogar de un padre alcohólico. Ya en la edad adulta, cada uno de ellos fue por su propio camino. Años más tarde, un psicólogo que estaba analizando lo qué la embriaguez hace a los niños en el hogar buscó a estos dos hombres. Uno resultó ser exactamente como su padre, un alcohólico desesperado. El otro resultó ser un practicante del teetotalismo (la práctica y promoción de la abstinencia completa de bebidas alcohólicas).

“El consejero le preguntó al primer hombre, ‘¿Porque te convertiste en un alcohólico?’ Le preguntó al segundo, ‘¿porque te convertiste en un teetotalista?’

“Ambos dieron la misma respuesta idéntica en estas palabras, ‘¿qué más podría esperarse cuando se tuvo un padre como el mío?’ No es lo que ocurre con nosotros en la vida, pero cómo reaccionamos ante ello lo que hace la diferencia. Todo ser humano en la misma situación tiene las posibilidades de elegir cómo él reaccionará, ya sea positiva o negativamente.”2

Es cierto que los niños que crecen en un ambiente familiar cálido, donde hay amor y cariño reciben un mejor comienzo en la vida. Sin embargo, no existe ninguna garantía de que se conviertan en ciudadanos modelo. Ellos, también, como el resto de nosotros, ya sea consciente o inconscientemente, hacen la elección en cómo van a vivir su vida.

Si crecimos en un ambiente hogareño menos deseable, podemos elegir el sentir pena por nosotros mismos, jugar el juego de la culpa y cojear a lo largo de las sombras de la vida sin un objetivo o propósito—y desperdiciar nuestra vida. O, si lo que deseamos, como el Presidente Ronald Reagan, quien entiendo también tuvo un padre alcohólico, podemos optar a hacer algo que valga la pena con nuestra vida, crecer a través de nuestras dificultades, y con la ayuda de Dios, convertirnos en las personas que Dios prevé que seamos y, al hacerlo, invertir nuestra vida en una causa que valga la pena y en un noble propósito. La elección es nuestra.

Me doy cuenta de que puede ser muy difícil en honrar a una madre o un padre, que es un alcohólico, un abusador o un padre que abandona. Sin embargo, creo que la mejor manera en la que podemos honrar a dichos padres consiste en no permitir que nuestro pasado determine nuestro futuro. Qué gran honor sería para todos nosotros, los padres, si nuestros hijos se elevan por encima de sus primeros reveses para invertir sus vidas sabiamente en hacer el bien a los demás.

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, por favor, ayúdame a superar todos los reveses que haya tenido en el pasado, y elija: con tu ayuda: invertir mi vida sabiamente para que, cuando de una cuenta de mi vida ante ti, pueda escuchar tus palabras de bienvenida, ‘bien hecho, buen y fiel sirviente. Entra en la alegría de tu Señor.’ Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”

1. Lucas 16:2 (NKJV).
2. La Iglesia Bautista Del Oeste. Citado en  www.sermons.com.

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