“Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”1
C.A., una lectora de Encuentros Diarios, escribió, “regresé a casa de la cuidad de Nueva York esta mañana después de estar fuera por cuatro días visitando a mi mamá. En casa, temprano en la primera mañana, me desperté por las voces de mis nietos, Carla y Carlos que estaban con nosotros. Cuando iba por el pasillo rumbo al baño, Carlos iba saliendo al pasillo con sus manos llenas de juguetes. Él miró mi cara y dijo, ‘Abuela,’ soltó todos sus juguetes, extendió sus brazos hacia arriba para que yo lo levantara, me dio un beso y puso sus manos alrededor de mi cuello mientras yo lo sostenía en mis brazos en un abrazo.
“Fue una bienvenida abrumadora que pensé en ella continuamente hasta que me di cuenta de que los efectos persistentes de la experiencia eran tan solo porque así es como quiero que Jesús me dé la bienvenida a casa — con reconocimiento, pláceme, calidez, aceptación, amor y un gran abrazo.”
Esa bienvenido a casa al cielo está disponible para todos los que han aceptado a Jesús como su Salvador y han servido fielmente al señor [Dios] aquí en la tierra. Nuestro servicio a Dios no nos llevará al cielo. Sólo el aceptar a Jesús como nuestro Salvador y su perdón por nuestros pecados puede hacerlo. Sin embargo, seremos recompensados por nuestro fiel servicio a Dios. ¿Qué decepcionante sería llegar al momento de reunirnos con Jesús cara a cara sin tener ningún servicio que ofrecerle. Pero que maravilloso y gratificante será recibir la bienvenida a casa sabiendo que le hemos servido a lo mejor de nuestra capacidad y escuchar sus maravillosas palabras, “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
Se sugiere la siguiente la oración: “Dios mío, porque tú diste tu vida y moriste por mí en la Cruz para pagar la pena por todos mis pecados, ayúdame a vivir mi vida sirviéndote de corazón todos los días del resto de mi vida. Ayúdame a vivir de tal manera para que cuando me reúna con cara a cara contigo pueda escuchar tus palabras de bienvenida, ‘¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!’ Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén.”
Nota: Si no está absolutamente seguro de que ha aceptado a Jesucristo como su Salvador y por lo tanto recibido el regalo del perdón de Dios para que él sepa que usted sabe que él sabe que usted irá al cielo cuando muera, le ruego que lea el artículo, “Como saber que es un cristiano autentico sin tener que ser religioso” en: https://learning.actsweb.org/sp/conocer_a_dios1.php.
1. Mateo 25:23 (NKJV).
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