Para concluir nuestra serie sobre la madurez, hemos hablado de la necesidad de madurez emocional ya que esto afecta todas las relaciones; el aceptar la responsabilidad personal en cada área de la vida, ya que esto afecta todas las acciones y comportamientos; el ser personalmente honesto con uno mismo, otros, y con Dios para que sigamos la verdad con amor en todo momento y ser capaz de tener intimidad en relaciones cercanas; y de la necesidad de madurez espiritual para que tengamos una relación genuina y significativa con Dios.
Y por último, pero ciertamente no el último, está el amor incondicional. El amar a Dios, los demás y a mí mismo de manera genuina es el más grande y noble fruto de la madurez, y mientras yo tenga la necesidad de crecer en el amor, también tengo la necesidad de crecer en madurez.
El amar incondicionalmente no significa que necesariamente nos agradan los demás o lo que ellos hacen. Esto significa que los aceptamos como colegas en la batallas/dificultades y compañeros pecadores porque, antes los ojos de Dios, todos hemos pecado y estamos privados de la gloria de Dios.5 Esto también significa que no intentamos cambiar a las personas o darles consejos que no han pedido o no desean. Esto significa que estamos allí para ellos en caso que nos necesiten; para escucharles; y aceptarles por quiénes son incluso si no estamos de acuerdo con su forma de vida.
Hace algún tiempo en uno de mis retiros que duraban una semana estaba una dama a quien llamaremos Josefina quien estaba furiosa conmigo, porque yo había llamado pecado a la homosexualidad y una abominación ante los ojos de Dios. Ella airadamente me gritó delante de todo el grupo, “¡Usted no es más que un _ _ _ _ _ _ fariseo religioso!” He de admitir que esto me desconcertó un poco, pero pude responder con calma, “Sí, a veces lo soy.” Esto por supuesto desactivó la situación.
Josefina era homosexual. En privada le aseguré que mientras yo no estaba de acuerdo con su estilo de vida, la amaba y aceptaba por ella. Al final de la semana, habiendo convivido con un grupo de cristianos—ninguno de los cuales la juzgó o rechazó, Josefina vino a mí y me dijo, “Tal vez tienes razón después de todo” y, a continuación, me abrazó efusivamente. Asombroso. Esa puede haber sido la primera vez en la vida de Josefina en la que los cristianos no la habían juzgado, criticado o rechazado.
Si otros pecadores vienen a Jesús, mientras que no estamos de acuerdo con sus acciones y su comportamiento, necesitamos mostrarles un amor incondicional y nuestra aceptación. De seguro es un llamado difícil, pero el amor incondicional es el fruto más noble de la madurez cristiana. Houssaye dijo, “dime a quien amas, y te diré quién eres.”
Recordemos, también, que el crecer en madurez es la voluntad de Dios para nosotros. Como lo escribió el apóstol San Pablo, a este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él. Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí.”6
Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, te agradezco el que tu meta para mi es que yo crezca en madurez en todas las áreas de mi vida, para que así pueda aprender a amarte de forma genuina, y a amar y aceptarme a mí mismo y a los demás de forma sana y positiva. Ayúdame Dios mío. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud en el nombre de Jesús, amén.”
5. Vea Romanos 3:23.
6. Colosenses 1:28-29, (ESV).
Nota: Esta serie ha sido adaptada de “Características de la Madurez” que se encuentra en el Internet en: Características de la madurez: http://tinyurl.com/characteristics-maturity Por mas ayuda lea, “Atrévase a ser honesto” en: http://tinyurl.com/dare-to-be-honest
<:))))><